El último estallido ha sido
ensordecedor. Los tres hombres del Humvee
en la vanguardia no dejaban de gritar cuando el fuego los envolvió como una
serpiente enfurecida engulléndolos hasta hacerlos cenizas. La roca que me ha
cubierto de las esquirlas es ahora mi único refugio en medio de una tempestad
de metralla y bombas que siembran la tierra con metal ardiente. Tirado boca
abajo sobre la tierra rojiza solo atino a envolverme en mis propios brazos, con
las manos crispadas y un dolor en el estomago mordiéndome por dentro como un
perro embravecido.
Instintivamente he cerrado los ojos
ante el horror mientras escuchaba gritos desde la retaguardia y a los flancos.
Se escuchan disparos azarosos...uno, dos,... veinte tiros y después un
silencio. Recuerdo la posición de cada vehículo en la caravana. Una angustia
pesada y sorda me muerde las ideas mientras pienso en ellos. Seguramente los
dos Panhard de la retaguardia estarán
en llamas también y ni uno solo de los otros transportes blindados se habrá
salvado del embate de los drones que
nos ha echado encima el Comando Sur...
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