domingo, 24 de julio de 2016

La Frontera Norte

A los pasos de la gente parecen comérselos los ruidos de tanques que se mueven como monstruos del desierto cerca del Río Bravo. Ignorando los puentes fronterizos, cruzan la frontera diariamente, van y vienen. Ellos no muestran visa láser ni permisos temporales. Son monstruos de un color pardo, sus panzas enormes de acero parecen tragar gente cuando avanzan sobre formaciones casi indefensas de compas que buscan salvar lo que les queda; sólo la tierra y el polvo que los abraza cuando mueren debajo de las orugas o acribillados por las implacables ametralladoras M2 que disparan desde las torretas de los tanques sin reparo sobre todos.

Los tanques Abrams cruzan diariamente el río buscando aplacar a las masas de indigentes que en desorden se amontonan para buscar cruzar el puente. De una manera casi instintiva buscan el otro lado de la frontera como si esta aún guardará algún lugar para tenerlos y alimentarlos. Se equivocan, el sueño ha terminado.


Los yanquis sufren sus dolencias como todos. Su economía colapsa rápidamente ya sin mercados ni financiamiento barato a su enorme deuda. Ven al sur como un peligro de un caos que se propaga y que día a día, de forma paradójica, abona a la organización de un pueblo siempre maltratado por la historia y sus vecinos ricos del norte...

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