jueves, 21 de julio de 2016

El Tribunal Del Pueblo


... Después todo sucedió muy rápido y casi en silencio. Al menos durante la primera semana cuando helicópteros iban y venían de las residencias de los privilegiados en las Lomas y Tecamachalco, llevando su cargamento a un aeropuerto sellado y rodeado por fuerzas federales a los que los vecinos del lugar miraban con el rencor de siempre, pero ahora sin ningún respeto.

El gobierno central cayó a principios de noviembre de ese año,  Palacio Nacional fue invadido por una turba enardecida. La puerta enorme de madera ardió durante horas. Sólo respetaron los murales de Rivera. Los pisos y canteras se pintaron de negro y rojo, usaban pinturas de aerosol por todos lados, cada rincón del viejo edificio con su cantera parda y añeja se tiñó de un bicolor anarquista y caprichoso, los trazos apresurados delineaban formas convulsas.

La turba sin control buscaba por todos los rincones. Decenas de hombres y mujeres sacaban montones de cajas de madera apolillada de las antiguas oficinas de la tesorería de la nación, buscando encontrar oro o joyas. No había nada, sólo cajones vacíos y algunos documentos que esparcieron por todo el patio central.


Muchas reliquias fueron saqueadas y la guarnición permanente del ejército debió rendir las armas ante las barras y petardos que caían por miles sobre sus cascos ya rasgados. Sacaron dos pañuelos blancos que les ganaron la paz por esa tarde, sólo para ser fusilados con sus mismas armas dos días después por el primer tribunal del pueblo...

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