domingo, 31 de julio de 2016

AZUL CROMADO - Parte I


Por fin lo tenía frente a mí, azul cromado, dos puertas, llantas anchas y sin un solo kilómetro andado. Mi carro nuevo, parecía un artefacto de película caído ahí en medio del exhibidor y era solo mío. Suave, con esa carrocería azul cromado que deslumbraba si algún rayo de sol encontraba el ángulo correcto, seis cilindros y totalmente mío.



Ahora si, a vivir deprisa en el nuevo mundo de las calles y esas banquetas siempre anchas e imprudentes para el paso de mi nuevo “hermano” azul cromado, de mis ganas hechas hierro, de mi mismo a cuatro llantas, de mi mismo andando aprisa, de todo, todo, todo...



Eran las cinco y media de la tarde y no llegaba el del seguro de la agencia. Que se había ido a ver si ya habían por fin firmado la póliza para el carro nuevo en la agencia de Villas, afirmaba la secretaria. Porque eso sí, sin seguro no sale ni a la esquina me dijo la vendedora mientras me mostraba la llanta de refacción alojada en la cajuela. Por fin apareció el agente se seguros como espantado, con un fólder mal agarrado entre las manos y al fin, la póliza del seguro firmada.



Por fin, todo estaba listo para salir volando del lugar a cuatro ruedas. Me puse detrás del volante y no pare hasta estar parado frente a mi casa admirando el auto nuevo, mi auto azul cromado y llantas anchas. No podía no verlo. Como hipnotizado, quieto y con mi mente casi en blanco me senté en uno de los escalones de la escalera llena de hojas secas que me había prometido barrer desde hacia días. Ahí estaba mi carro nuevo, gloria del trabajo productivo de un hombre que si triunfa. Que se esfuerza por la vida, por sus cosas y si, lo consigue aunque sea a treinta y seis mensualidades con un interés del 11.3%.



Por fin me canse de  tanto verlo, me lloraban los ojos ya irritados por el polvo de la calle y decidí dejarlo solo por un rato, así el auto nuevo quedo quieto bajo el manto de una noche oscura y sin luna; era jueves. Cansado pero alerta me fui a dormir satisfecho de mi mismo, por fin mi sueño se cumplía.



-¡Tengo auto!



Las seis de la mañana y como siempre el despertador; ese maldito aliado de un mal sueño que no dejo de tener todos los días y que siempre me despierta casi a palos. La mañana es un decir, ni siquiera el sol se asoma todavía con eso del tan traído y tan llevado horario de verano, pero en fin, la patria crece aunque sea a oscuras y es deber del hombre productivo levantarse aunque le duela, echar a andar su vida como todos lo hacen desde chicos, desde los tiempos cuando allá en la secun te decían que así serian las cosas para siempre,



-acostúmbrense desde ahorita a entrar a las siete porque así es en los trabajos y ya no se les hace raro. -nos decía la maestra Naty desde su escritorio cuando nos veía bostezar y sin el menor interés de entender que era eso de la hipotenusa-.



Sólo hay medio litro de leche en la cocina, y como siempre que me ganaban los afanes del trabajo, se me había olvidado la leche afuera. Seguramente estaría mala, aceda como decía mi mamá, hace ya mucho, cuando esperaba sentado en la mesita de la cocina que me diera el desayuno en las mañanas  y distraído, la noche anterior no le había hecho caso de meter  la leche en el refrigerador. No hay más que un jugo de manzana olvidado entre dos charolas con moronas. Me lo tomo y sin pensarlo demasiado me dirijo al nuevo día que me depara un toldo azul de cromo y llantas anchas. ¿Qué dirá Martita cuando me vea bajando de mi carro cuando llegue? Igual y hasta me deja recordarle que llevo dos meses invitándola al café de enfrente sin que me regale ese si que a veces ya ni espero... puros -ay después te digo Toño, ahorita ando ocupada. -y se acaba yendo con el cabrón de Domínguez los miércoles al cine.



Han pasado veinte minutos y no dejo de sentirme afortunado, mis manos al volante suave, negro, casi humano, o ¿animal?... quizá es lo mismo. Quien sabe, pero desde aquí  sentado y al volante, hasta parece que este mundo se dirige así, al volante y en cuatro ruedas.



 -¡Ahora si, a vivir en el país del automóvil!



El velocímetro marca 30 km/hr y amenaza con muy pronto caerse hasta los 20’s; ¡pinche tráfico! Me armo de paciencia, esa santa virtud que te enseñan los que saben -ten paciencia, trabaja duro, seguido hay que sufrir pero todo llega en su momento... ya verás.



El tráfico es cada vez más lento y la calle se desdobla frente a mi en una larga hilera de camiones con sus chóferes tragando humo frente a mi. Me contento mientras miro emocionado el estéreo con cd de mi auto nuevo con veinte funciones y que hasta mp3’s toca; -nomás que acabe de pagar la tele me engancho una compu para quemar mis propios mp3’s y ya no le ando pidiendo favores a Contreras. -Me digo a mi mismo mientras me miro en el espejo reluciente que refleja mi mirada desvelada. No traigo ningún cd así que enciendo la radio y sintonizo Radio Imagen; se oyen las noticias y me dicen que ya somos muchos los que andamos empezando a ser distintos, productivos, afanados, triunfadores hasta el tope. Véanme a mi, ya hasta tengo un auto y voy confiado camino a mi trabajo sin tener que andar batallando en los pinches camiones esos olor a gente.



La aguja del velocímetro se ha caído a 20 km/hr y son ya cerca de las ocho de la mañana; miro el desfile interminable de carros que se van multiplicando en el retrovisor. Ahora escucho los deportes; nuestra famosa golfista ya gano otro millón de dólares poniéndonos el ejemplo de lo que es un verdadero triunfador en esta vida y no andar nomás ay quejándose de todo. -¿Cuándo iré yo a ganar todo eso?... -Mejor pienso en el camino que todavía me queda por andar a mi trabajo. Se abre un hueco entre el desfile interminable de autos y camiones y me apresuro a pisar el acelerador para alcanzar casi los 40 km/hr e integrarme a los del frente.



Pero avanzo solo un poco y otra vez, las ruedas nuevas de mi carro se adormecen sobre el asfalto pardo y seco. Al mirar a mi izquierda me sorprenden un montón de gentes esperando un autobús a su trabajo, -que jodidos, -me digo a mí mismo. -Todos están así por no estudiar y echarle ganas a la vida. En cambio yo, que no solo estudie sino que era un “muy buen estudiante”, ya tengo un carro y buen trabajo. Pasa el autobús y los recoge a todos, se detiene sólo un momento y suavemente desaparece en la distancia sobre el carril exclusivo del transporte. La radio comienza a digerir el día con la música del momento, se han ido las noticias y ahora la música que nos gusta comienza a sonar en las cuatro bocinas de mi carro nuevo. Es todo como una fiesta particular en medio del asfalto, con el sol ya subiendo a su lugar de mando que comienza a calentar poco a poco, sin prisa, y se dispone ya a dictarnos los minutos que se queman sin sentido sobre el toldo de los carros.



Son las ocho y diez. -¡¿Qué les pasa a los de enfrente?!, ¡¿Qué no saben que checo a las nueve?! Continuo husmeando el sonido de mi auto moviéndole a los bajos, los agudos, al treble y ecualizo una y otra vez La Vida Loca que toca en versión mix hasta que por un momento logro levantar la aguja del velocímetro hasta los 30 km/hr, avanzo varios metros suavemente para después pararme nuevamente, y sin mas palabras, observar a todo el mundo que no avanza mas que un metro cada tres o seis minutos.



Comienzo a pensar en conseguirme un método de idiomas de esos que anuncian en la tele, de esos con cd’s para escucharlos mientras espera uno a que se muevan los de enfrente como hoy que nadie avanza. Así aprendo el inglés que me hace falta. Con eso de que ya todo es global y en inglés, mejor me ubico con los tiempos y aprendo a hablarlo para no quedarme abajo y aspirar a algún buen puesto que un día de estos me ofrezca el Sr. Vasca. -¿Será también por eso que Martita se ve al cine con Domínguez? dizque sabe inglés...



Son las ocho con cuarenta y cinco minutos. Casi sin quererlo apago el auto para no acabarme el tanque a medio llenar de gasolina que se ha ido gastando mas rápido de lo que pensaba (se supone que los de cuatro cilindros no gastaban...ha de ser porque es nuevo).  El tráfico no se ha movido ni un centímetro en los últimos diez minutos. Encima de esto a lo lejos, atrás y adelante se ve como salen carros de todas las laterales queriéndose meter al flujo principal como si fueran una plaga de autos y camiones queriéndonos tragar a todos...

miércoles, 27 de julio de 2016

Un Último Estallido En El Desierto

El último estallido ha sido ensordecedor. Los tres hombres del Humvee en la vanguardia no dejaban de gritar cuando el fuego los envolvió como una serpiente enfurecida engulléndolos hasta hacerlos cenizas. La roca que me ha cubierto de las esquirlas es ahora mi único refugio en medio de una tempestad de metralla y bombas que siembran la tierra con metal ardiente. Tirado boca abajo sobre la tierra rojiza solo atino a envolverme en mis propios brazos, con las manos crispadas y un dolor en el estomago mordiéndome por dentro como un perro embravecido. 


Instintivamente he cerrado los ojos ante el horror mientras escuchaba gritos desde la retaguardia y a los flancos. Se escuchan disparos azarosos...uno, dos,... veinte tiros y después un silencio. Recuerdo la posición de cada vehículo en la caravana. Una angustia pesada y sorda me muerde las ideas mientras pienso en ellos. Seguramente los dos Panhard de la retaguardia estarán en llamas también y ni uno solo de los otros transportes blindados se habrá salvado del embate de los drones que nos ha echado encima el Comando Sur...

domingo, 24 de julio de 2016

La Frontera Norte

A los pasos de la gente parecen comérselos los ruidos de tanques que se mueven como monstruos del desierto cerca del Río Bravo. Ignorando los puentes fronterizos, cruzan la frontera diariamente, van y vienen. Ellos no muestran visa láser ni permisos temporales. Son monstruos de un color pardo, sus panzas enormes de acero parecen tragar gente cuando avanzan sobre formaciones casi indefensas de compas que buscan salvar lo que les queda; sólo la tierra y el polvo que los abraza cuando mueren debajo de las orugas o acribillados por las implacables ametralladoras M2 que disparan desde las torretas de los tanques sin reparo sobre todos.

Los tanques Abrams cruzan diariamente el río buscando aplacar a las masas de indigentes que en desorden se amontonan para buscar cruzar el puente. De una manera casi instintiva buscan el otro lado de la frontera como si esta aún guardará algún lugar para tenerlos y alimentarlos. Se equivocan, el sueño ha terminado.


Los yanquis sufren sus dolencias como todos. Su economía colapsa rápidamente ya sin mercados ni financiamiento barato a su enorme deuda. Ven al sur como un peligro de un caos que se propaga y que día a día, de forma paradójica, abona a la organización de un pueblo siempre maltratado por la historia y sus vecinos ricos del norte...

jueves, 21 de julio de 2016

El Tribunal Del Pueblo


... Después todo sucedió muy rápido y casi en silencio. Al menos durante la primera semana cuando helicópteros iban y venían de las residencias de los privilegiados en las Lomas y Tecamachalco, llevando su cargamento a un aeropuerto sellado y rodeado por fuerzas federales a los que los vecinos del lugar miraban con el rencor de siempre, pero ahora sin ningún respeto.

El gobierno central cayó a principios de noviembre de ese año,  Palacio Nacional fue invadido por una turba enardecida. La puerta enorme de madera ardió durante horas. Sólo respetaron los murales de Rivera. Los pisos y canteras se pintaron de negro y rojo, usaban pinturas de aerosol por todos lados, cada rincón del viejo edificio con su cantera parda y añeja se tiñó de un bicolor anarquista y caprichoso, los trazos apresurados delineaban formas convulsas.

La turba sin control buscaba por todos los rincones. Decenas de hombres y mujeres sacaban montones de cajas de madera apolillada de las antiguas oficinas de la tesorería de la nación, buscando encontrar oro o joyas. No había nada, sólo cajones vacíos y algunos documentos que esparcieron por todo el patio central.


Muchas reliquias fueron saqueadas y la guarnición permanente del ejército debió rendir las armas ante las barras y petardos que caían por miles sobre sus cascos ya rasgados. Sacaron dos pañuelos blancos que les ganaron la paz por esa tarde, sólo para ser fusilados con sus mismas armas dos días después por el primer tribunal del pueblo...