Por fin lo tenía
frente a mí, azul cromado, dos puertas, llantas anchas y sin un solo kilómetro
andado. Mi carro nuevo, parecía un artefacto de película caído ahí en medio del
exhibidor y era solo mío. Suave, con esa carrocería azul cromado que
deslumbraba si algún rayo de sol encontraba el ángulo correcto, seis cilindros
y totalmente mío.
Ahora si, a vivir
deprisa en el nuevo mundo de las calles y esas banquetas siempre anchas e
imprudentes para el paso de mi nuevo “hermano” azul cromado, de mis ganas
hechas hierro, de mi mismo a cuatro llantas, de mi mismo andando aprisa, de
todo, todo, todo...
Eran las cinco y
media de la tarde y no llegaba el del seguro de la agencia. Que se había ido a
ver si ya habían por fin firmado la póliza para el carro nuevo en la agencia de
Villas, afirmaba la secretaria.
Porque eso sí, sin seguro no sale ni a la
esquina me dijo la vendedora mientras me mostraba la llanta de refacción
alojada en la cajuela. Por fin apareció el agente se seguros como espantado, con
un fólder mal agarrado entre las manos y al fin, la póliza del seguro firmada.
Por fin, todo
estaba listo para salir volando del lugar a cuatro ruedas. Me puse detrás del
volante y no pare hasta estar parado frente a mi casa admirando el auto nuevo,
mi auto azul cromado y llantas anchas. No podía no verlo. Como hipnotizado,
quieto y con mi mente casi en blanco me senté en uno de los escalones de la
escalera llena de hojas secas que me había prometido barrer desde hacia días.
Ahí estaba mi carro nuevo, gloria del trabajo productivo de un hombre que si
triunfa. Que se esfuerza por la vida, por sus cosas y si, lo consigue aunque
sea a treinta y seis mensualidades con un interés del 11.3%.
Por fin me canse
de tanto verlo, me lloraban los ojos ya
irritados por el polvo de la calle y decidí dejarlo solo por un rato, así el
auto nuevo quedo quieto bajo el manto de una noche oscura y sin luna; era
jueves. Cansado pero alerta me fui a dormir satisfecho de mi mismo, por fin mi
sueño se cumplía.
-¡Tengo auto!
Las seis de la
mañana y como siempre el despertador; ese maldito aliado de un mal sueño que no
dejo de tener todos los días y que siempre me despierta casi a palos. La mañana
es un decir, ni siquiera el sol se asoma todavía con eso del tan traído y tan llevado
horario de verano, pero en fin, la patria crece aunque sea a oscuras y es deber
del hombre productivo levantarse aunque le duela, echar a andar su vida como
todos lo hacen desde chicos, desde los tiempos cuando allá en la secun
te decían que así serian las cosas para siempre,
-acostúmbrense
desde ahorita a entrar a las siete porque así es en los trabajos y ya no se les
hace raro. -nos decía la maestra Naty
desde su escritorio cuando nos veía bostezar y sin el menor interés de entender
que era eso de la hipotenusa-.
Sólo hay medio
litro de leche en la cocina, y como siempre que me ganaban los afanes del
trabajo, se me había olvidado la leche afuera. Seguramente estaría mala, aceda como decía mi mamá, hace ya mucho,
cuando esperaba sentado en la mesita de la cocina que me diera el desayuno en
las mañanas y distraído, la noche
anterior no le había hecho caso de meter
la leche en el refrigerador. No hay más que un jugo de manzana olvidado
entre dos charolas con moronas. Me lo tomo y sin pensarlo demasiado me dirijo
al nuevo día que me depara un toldo azul de cromo y llantas anchas. ¿Qué dirá Martita cuando me vea bajando de mi
carro cuando llegue? Igual y hasta me deja recordarle que llevo dos meses
invitándola al café de enfrente sin que me regale ese si que a veces ya ni espero... puros -ay después te digo Toño,
ahorita ando ocupada. -y se acaba yendo con el cabrón de Domínguez los
miércoles al cine.
Han pasado veinte
minutos y no dejo de sentirme afortunado, mis manos al volante suave, negro,
casi humano, o ¿animal?... quizá es lo mismo. Quien sabe, pero desde aquí sentado y al volante, hasta parece que este
mundo se dirige así, al volante y en cuatro ruedas.
-¡Ahora si, a vivir en el país del automóvil!
El velocímetro
marca 30 km/hr y amenaza con muy pronto caerse hasta los 20’s; ¡pinche tráfico!
Me armo de paciencia, esa santa virtud que te enseñan los que saben -ten
paciencia, trabaja duro, seguido hay que sufrir pero todo llega en su
momento... ya verás.
El tráfico es cada
vez más lento y la calle se desdobla frente a mi en una larga hilera de
camiones con sus chóferes tragando humo frente a mi. Me contento mientras miro
emocionado el estéreo con cd de mi
auto nuevo con veinte funciones y que hasta mp3’s
toca; -nomás que acabe de pagar la tele me engancho una compu para quemar mis
propios mp3’s y ya no le ando
pidiendo favores a Contreras. -Me digo a mi mismo mientras me miro en el espejo
reluciente que refleja mi mirada desvelada. No traigo ningún cd así que enciendo la radio y sintonizo
Radio Imagen; se oyen las noticias y me dicen que ya somos muchos los que
andamos empezando a ser distintos, productivos, afanados, triunfadores hasta el
tope. Véanme a mi, ya hasta tengo un auto y voy confiado camino a mi trabajo
sin tener que andar batallando en los pinches camiones esos olor a gente.
La aguja del
velocímetro se ha caído a 20 km/hr y son ya cerca de las ocho de la mañana;
miro el desfile interminable de carros que se van multiplicando en el
retrovisor. Ahora escucho los deportes; nuestra famosa golfista ya gano otro millón de dólares poniéndonos el ejemplo de
lo que es un verdadero triunfador en esta vida y no andar nomás ay quejándose
de todo. -¿Cuándo iré yo a ganar todo eso?... -Mejor pienso en el camino que
todavía me queda por andar a mi trabajo. Se abre un hueco entre el desfile
interminable de autos y camiones y me apresuro a pisar el acelerador para
alcanzar casi los 40 km/hr e integrarme a los del frente.
Pero avanzo solo un
poco y otra vez, las ruedas nuevas de mi carro se adormecen sobre el asfalto
pardo y seco. Al mirar a mi izquierda me sorprenden un montón de gentes
esperando un autobús a su trabajo, -que jodidos, -me digo a mí mismo. -Todos
están así por no estudiar y echarle ganas a la vida. En cambio yo, que no solo
estudie sino que era un “muy buen estudiante”, ya tengo un carro y buen
trabajo. Pasa el autobús y los recoge a todos, se detiene sólo un momento y
suavemente desaparece en la distancia sobre el carril exclusivo del transporte.
La radio comienza a digerir el día con la música del momento, se han ido las
noticias y ahora la música que nos gusta comienza a sonar en las cuatro bocinas
de mi carro nuevo. Es todo como una fiesta particular en medio del asfalto, con
el sol ya subiendo a su lugar de mando que comienza a calentar poco a poco, sin
prisa, y se dispone ya a dictarnos los minutos que se queman sin sentido sobre
el toldo de los carros.
Son las ocho y
diez. -¡¿Qué les pasa a los de enfrente?!, ¡¿Qué no saben que checo a las
nueve?! Continuo husmeando el sonido de mi auto moviéndole a los bajos, los
agudos, al treble y ecualizo una y otra vez La
Vida Loca que toca en versión mix hasta que por un momento logro levantar
la aguja del velocímetro hasta los 30 km/hr, avanzo varios metros suavemente
para después pararme nuevamente, y sin mas palabras, observar a todo el mundo
que no avanza mas que un metro cada tres o seis minutos.
Comienzo a pensar
en conseguirme un método de idiomas de esos que anuncian en la tele, de esos
con cd’s para escucharlos mientras
espera uno a que se muevan los de enfrente como hoy que nadie avanza. Así
aprendo el inglés que me hace falta.
Con eso de que ya todo es global y en inglés, mejor me ubico con los tiempos y
aprendo a hablarlo para no quedarme abajo y aspirar a algún buen puesto que un
día de estos me ofrezca el Sr. Vasca. -¿Será también por eso que Martita se ve al cine con Domínguez?
dizque sabe inglés...
Son las ocho con
cuarenta y cinco minutos. Casi sin quererlo apago el auto para no acabarme el
tanque a medio llenar de gasolina que se ha ido gastando mas rápido de lo que
pensaba (se supone que los de cuatro cilindros no gastaban...ha de ser porque
es nuevo). El tráfico no se ha movido ni
un centímetro en los últimos diez minutos. Encima de esto a lo lejos, atrás y
adelante se ve como salen carros de todas las laterales queriéndose meter al
flujo principal como si fueran una plaga de autos y camiones queriéndonos
tragar a todos...